Rubén Darío escribe como torbellino y sus palabras son flores con miel.
Ellas son, cascadas voladoras y entretenidas. De mañana escribe porque
su mente es fresca y de tarde descansa su máquina y de noche se
divierte con su familia; otro amanecer puede ser diferente. Darío
expresa su arte para amenizar el dolor y crear expectativas, pero no
siempre es así, piensa en su objetivo de hacer reír; sin embargo, le
sale por la tangente. Aún así, los lectores se apasionan por lo
expresivo. ¡Estoy loco o ellos me quieren enloquecer! Salgo de mi templo
para buscar las ideas iluminadas, ya sea, en la literatura o en la
redacción. Solo que mis locuras, a veces, soy don Quijote. Un día estaba
pensando,en la verdad subjetiva y en la objetiva de lo que escribo;
entre el eufemismo y la fogata del escritor, la telaraña es lo que
cuenta.
Hola mi querido poeta Gonzalo, después de algunos días de ausencia, he regresado. Me encontré con la agradable sorpresa de ver el nombre de mi paisano, Rubén Darío, Príncipe de las letras castellanas, orgullo nicaragüense...bueno, tu microrrelato es interesante, siempre con tu inconfundible estilo. Recibe un fuerte abrazo y bendiciones.
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