Señor, me has soportado todos estos años
con mis pecados, pero a pesar de ello has
tenido compasión de mí.
Me he descarriado en todos los aspectos,
pero ahora no quiero pecar más.
Te he agraviado y he sido injusto.
Ya no lo seré nunca más.
Renuncio al pecado, renuncio al Demonio,
renuncio a la iniquidad que ensucia mi alma.
libera mi alma de todo lo que es contrario a
tu santidad.
Te suplico, Señor, que me salves de todo mal.
Ven ahora, Jesús.
Ven ahora a habitar en mi corazón.
Perdóname, Señor, y permítame descansar en Ti.
Porque Tú eres mi Escudo, mi Redentor y mi luz,
y en Ti confío. Desde hoy, Señor, te bendiciré
en todo momento.
Repudio el mal y a todos los demás dioses e ídolos,
porque Tú eres el Altísimo sobre el mundo entero,
trascendiendo de lejos a todo los demás dioses.
Con Tu poderoso brazo, sálvame de la mala salud,
sálvame de estar cautivo,
sálvame de los conflictos
y derrotas a mi enemigo el Demonio.
!Ven pronto en mi ayuda, oh Salvador!
Amén.
22-junio-2011
GONZALO PEREZ ALARCON.
Gonzalo, es una bella confesión de fe y de amor a Dios, que sin duda ya llegó al Trono de la Gracia, es edificante leerte y un placer comentarte. Recibe un fuerte abrazo desde Nicaragua.
ResponderExcluirAmen, y amen... Bella invitación a recibir el amor de Dios en el corazon... Que la poesía sirva para predicar la palabra. Alelula!
ResponderExcluir